“Ciencia con un conejo rosa”: Experimento y aprendizaje por indagación en Patagonia

Cómo desde la crisis pandémica surgieron enfoques innovadores de Blended Teaching y Learning.

Facundo Mercado Sandoval tiene 22 años y pasó a formar parte del equipo de profesores/as y científicos/as de la Universidad de Magallanes de una forma poco convencional: Sus personajes “Facu” y Jimmy, un conejo rosa, son los protagonistas de una serie de talleres educativos online basados en el programa educativo Experimento, dirigidos a niños y niñas de preescolar y primaria de las escuelas públicas de Punta Arenas, el último extremo continental de la Patagonia chilena, próximo a la Antártida.

Su objetivo: Acercar la enseñanza STEM a los niños y niñas de la región.

El escenario

Punta Arenas está situada en la Patagonia, en el estrecho de Magallanes, el punto que une el océano Pacífico y el Atlántico. Es una de las ciudades más australes de Chile y del continente. Desde allí se llega a paisajes increíbles. A pocos kilómetros de la ciudad se extiende una zona que ha cambiado muy poco, con glaciares, montañas, estepas, valles, donde suelen soplar fuertes vientos.

Antes de la construcción del canal de Panamá, este era uno de los puertos más importantes entre el Atlántico y el Pacífico. La historia de la Patagonia está marcada por colonos, la cría de ovejas y el comercio. Pero también, por episodios complejos como la reducción demográfica de los pueblos originarios, una realidad que aún se estudia.

En la actualidad, Puerta Arenas es conocida como la puerta de entrada a las Torres del Paine y a la Antártida. La Patagonia tiene la fama de ser el último paraje natural intacto, una zona que es imprescindible proteger.

Territorio STEM Patagonia

Los habitantes de la Patagonia están más preocupados por el aumento de la contaminación de las aguas y del aire, así como por el incremento de los residuos: Allí se está replanteando la relación entre el hombre y la naturaleza. Por ello, es urgente promover en la zona una enseñanza STEAM de calidad.

La Universidad de Magallanes a través de su campus en Punta Arenas, trabaja con la fundación Siemens Stiftung en fortalecer la enseñanza STEM en las escuelas de la zona, por lo que tiene un rol fundamental en la protección de la región desde la educación. En ese contexto nació el “Territorio STEM Patagonia”, cuya primera acción fue realizar talleres a partir del programa Experimento y los contenidos del programa nacional ICEC de aprendizaje de ciencias naturales del Ministerio de Educación chileno.

En un principio estaba previsto realizar una serie de talleres presenciales. Sin embargo, el 19 de marzo de 2021 el Gobierno chileno decretó el Estado de Catástrofe para afrontar la pandemia del COVID-19. Como resultado, y al igual que en el resto del mundo, escuelas y universidades cerraron sus puertas. El cambio desde la enseñanza analógica, con las aulas como espacio de aprendizaje, al trabajo en solitario frente a la pantalla del computador se convirtió en realidad para docentes, alumnas y alumnos de la región.

Enseñanza de las materias STEAM en pandemia

Leonardo Velásquez, científico y docente de la Universidad de Magallanes y su colega, Alan Maldonado, recuerdan: “Los primeros meses de la pandemia fueron una combinación de confinamiento total, aislamiento, limitaciones de movilidad y medidas excepcionales de seguridad. Por lo que tuvimos que reinventar el proyecto Experimento. Sin embargo, surgió algo novedoso cuyo éxito no esperábamos”.

Con la ayuda de Internet, apps y recursos educativos contenidos en varias plataformas —tales como el portal de medios educativos de la Fundación Siemens Stiftung— el equipo desarrolló una serie interactiva en que “Facu” guía a alumnas y alumnos por distintos experimentos sobre energía, salud y medio ambiente para fomentar la adquisición de conocimientos científicos.

La persona detrás de “Facu”

Facundo Mercado Sandoval, 22, es oriundo de Punta Arenas. Desde su infancia, visitó cordilleras, valles, glaciares, ríos y lagos con témpanos y cuevas, además de una flora y fauna muy distinta de la que surge más al norte: “Siempre me ha interesado la naturaleza. De niño observaba atentamente la naturaleza, sobre todo a los animales. Coleccionaba insectos, piedras, hojas o cualquier cosa que me pareciera interesante”.

“Tras finalizar el último año escolar pensé qué estudiar. Si bien de niño pensaba en algo relacionado con los dinosaurios y la paleontología” – En la zona de Punta Arenas se han encontrado esqueletos fosilizados de animales prehistóricos- y agrega: “Me decidí por una carrera relacionada con la biología”. Entonces sus padres lo orientaron hacia la biotecnología molecular, un estudio de ingeniería, que inició en la Universidad de Chile a los 18 años.

Tras un año y medio estudiando biotecnología, decidió congelar la carrera. Sentía que necesitaba algo más cercano a la naturaleza, más práctico. Con el apoyo de sus padres, consiguió un trabajo como ayudante en la Universidad de Magallanes, donde entró en contacto con el equipo de Alan Maldonado y sus colegas quienes coordinan, entre otros, el programa educativo ICEC STEM para el Ministerio de Educación de Chile, y lo llevan a las escuelas con el apoyo de la Fundación Siemens Stiftung.

El segundo año se sumó al equipo de la fundación EcoScience, desde donde promovió las ciencias naturales a través de talleres móviles, que luego fueron replicados en otras comunas. Allí realizó una gran cantidad de experimentos con niñas/os y jóvenes: “En el programa Experimento pasé a formar parte del equipo y pude aportar mis propias ideas. El trabajo con científicos y docentes como Alan, Sergio, María Paz, Pablo y Leonardo me motivó y supuso una gran oportunidad de aprendizaje: Estaba recién egresado de la escuela y había estudiado poco tiempo en la universidad”.

COVID-19 obliga a reinventarse

Desde el inicio de las restricciones por la pandemia, en marzo de 2020, todo comenzó a girar en torno a la pregunta por ¿Cómo preparar y realizar las actividades de Experimento si no es posible impartir talleres presenciales? Recuerda que entonces “el equipo de la Universidad me propuso ayudar en el desarrollo de una serie de vídeos para acercar las ciencias naturales a niñas y niños de distintas edades que les permitieran relacionar los conocimientos con su entorno”. El objetivo era que integrar contenidos y práctica.

La creación del personaje científico “Facu”

Facundo se convirtió en “Facu”, un personaje inventado por él mismo. “Estuve mucho tiempo pensando qué ropa elegir para transmitir a las niñas y a los niños una imagen distinta a la tradicional del científico aburrido con bata blanca y un tubo de ensayo en la mano, que trabaja en un laboratorio impoluto y habla con un lenguaje especializado que nadie entiende. Una persona muy poco empática con los demás”.

“Facu” usa una bata de laboratorio celeste y una camiseta de colores vivos, dos gorras de béisbol (una con la visera hacia adelante y otra con la visera hacia atrás), unos anteojos de protección y otros anteojos de sol con luz LED que parpadean cuando Facu quiere destacar algo. “Y, por supuesto, tiene piercings”, dice Facundo. “Mi intención era transmitir que la ciencia es divertida, actual, puede ser una fiesta, pero, también, es seria y los conocimientos que se adquieren con los experimentos son importantes. Y que es necesario prestar especial atención a la seguridad”. Luego de reflexionar, añade: “Además, quería demostrar que el aspecto de las personas no es lo importante”.

Facundo también diseñó la forma de hablar de su personaje: “Facu” no utiliza un lenguaje coloquial ni el de la calle, sino que dirige en forma clara y seria a niñas y niños. “Mi intención es trasmitirles que con Facu se establece un diálogo de científica/o a científico”. Todos estos rasgos se fueron definiendo con el equipo docente-científico.

Jimmy, un conejo rosado, se incorporó a la serie como su asistente. “Me gusta comprar objetos divertidos por Internet. Jimmy saca la lengua y emite un divertido sonido al apretarlo”, agrega.

Realización de los talleres de blended education

“El lema de este proyecto es lograr mucho con pocos recursos”, describe Alan Maldonado de la Universidad de Magallanes. “Optamos un enfoque eficiente, de bajo costo y muy creativo para maximizar el aprendizaje”. Mediante el contacto con fabricantes locales, se elaboraron kits de materiales inspirados en los materiales que contiene Experimento. Para ello, recibieron el apoyo de la administración local. Mientras que para los talleres dirigidos a preescolares, los kits de materiales se prepararon atendiendo exigentes medidas de seguridad más exigentes (los materiales se esterilizaron previamente).

Los experimentos realizados por los estudiantes se presentaron en una feria científica online y los ganadores fueron premiados por el Científico Facu, respetando las medidas de distanciamiento y cuidados sanitarios impuestos por la pandemia.

Ahora, meses después, Facundo aún recuerda lo emocionante que le resultó acudir a casa de los niños y entregarles en la puerta, con máscara, guantes y a una distancia de seguridad, los premios: “Estaban muy contentos y tenían mucha curiosidad por participar en nuestros encuentros virtuales”.

Además, cada set de experimentos contenía sorpresas tales como pequeños premios y nuevas tareas para el trabajo semanal para hacer más atractivo el proyecto. Una vez a la semana el equipo de Facu y su conejo rosa tenían reuniones con alumnas, alumnos y sus familias. “Facu” hacía experimentos y hablaba con ellos a través de la plataforma Zoom, en reuniones solían superar el tiempo previsto de una hora.

A la vez, un equipo de TI, docentes y especialistas en pedagogía desarrollaron una plataforma de acceso abierto, una página web, en la que los participantes con ayuda de sus padres podían subir vídeos, fotos y presentaciones de las unidades didácticas: “Estamos en Internet. Cualquier persona puede ver nuestro trabajo”, afirmaban entusiasmados niñas y niños.

Trabajo virtual para Blended Learning

Todas las semanas, los miembros del equipo de la Universidad de Magallanes se reunían virtualmente para preparar el episodio con una base didáctica sólida. Se escribía el guión y se rodaba. Como todos estaban confinados, los vídeos se grababan en los celulares de Facundo y se editaban en una computadora portátil. Uno de los celulares se utilizaba como cámara para grabar los experimentos y estaba colocado en la superficie de trabajo, con el otro, Facu se grababa a sí mismo. El equipo académico de la Universidad de Magallanes trabajaba detrás de bastidores, para cambiar cámaras, proyectar videos, imágenes o presentaciones y para coordinar las preguntas y las respuestas que les llegaban a través del chat. “Didáctica de la ciencia de un modo muy original”, describe Leonardo Velásquez, el coordinador.

Se utilizaron Experimento 4+ y 8+, que sirvieron para desarrollar soluciones con las ideas y los materiales aportados por los niños de preescolar y de las alumnas y alumnos de educación básica. Los mejores proyectos recibieron pequeños premios, todos relacionados con las asignaturas STEAM, para fomentar que los niños siguieran experimentando.

Los experimentos

Facundo recuerda especialmente el experimento relativo a los circuitos eléctricos. En él les propuso a niñas y niños de primaria que realizaran un barco que se moviera de forma autónoma con ayuda de una fuente energética. Les pidió a los niños que grabaran sus inventos en video. El equipo recibió videos muy interesantes capturados con celular en barcos de distintos tamaños y tipos que navegaban en tinas de baño, pilas de lavar, etc.

Para el desafío “Inventa una situación divertida para un juguete”, Facundo creó un sombrero especial para Jimmy, el conejo rosado. El sombrero, hecho de papel aluminio, encendía una luz LED cada vez que un cable entraba en contacto con el sombrero. “Esto se hizo para inspirar a las niñas y niños, quienes llegaron con anteojos/lentes que se iluminaban, barcos con luz, etc.

En el área de la salud, Facundo recuerda un experimento que les mostraba a los niños la importancia de cepillarse los dientes, y el papel que juegan ácidos y bacterias en su protección. El experimento se realizaba con un huevo. Facundo le mostró esta actividad a su hermana de 7 años, Violeta: “Desde entonces, no es necesario convencerla para que se cepille los dientes: Ella entendió la importancia de este hábito”.

Más allá de la Patagonia

La serie “Facu y Jimmy” es un éxito. En los talleres participaron 20 escuelas, 90 niños y niñas con sus familias. El número de interesados superó las expectativas del equipo y materiales disponible, por lo que está previsto reditarlo en cuanto sea posible financiarlo.

La Universidad de Magallanes estudió el proyecto, registró sus avances y el aprendizaje del alumnado como parte de un proyecto científico propio. La pandemia y la escuela en casa provocaron cambios educativos: Se ampliaron los espacios de enseñanza, mientras que padres y familiares se sumaron activamente al proceso de aprendizaje.

Los alumnos de secundaria aprendieron programación. Para ello trabajaron con Arduino, una plataforma open source con la que se pueden diseñar componentes electrónicos de forma interactiva. Esta fue otra idea del equipo de la Universidad de Magallanes en colaboración y por encargo del programa ICEC del Ministerio de Educación, en el marco del desarrollo de la serie Experimento.

Gracias a su formato, contenido y métodos, la serie de talleres “Facu y Jimmy” despertó el interés del Ministerio de Educación de Chile, y hoy junto con el equipo de la Universidad de Magallanes, están evaluando cómo realizar una serie con cobertura nacional a partir de la ésta.

“Sin la pandemia, no habríamos pensado en incorporar a los padres y madres en el proceso de aprendizaje”, afirman Leonardo Velásquez y Alan Maldonado. “Tampoco habríamos inventado el personaje de Facu y su amigo Jimmy, el conejo. Tampoco habríamos desarrollado un programa logístico con medidas de seguridad para llevar los materiales a las casas de los niños”. Ambos agradecen a la Fundación Siemens Stiftung la flexibilidad y el espacio para desarrollar nuevos enfoques para la “escuela sin escuela”: “Nuestro proyecto está realizado con mucho cariño, estamos entusiasmados con los resultados y con la cooperación con los padres. Hemos aprendido cómo aplicar la tecnología para la formación, un campo en el que estaba infrautilizada”.

Este proyecto también le sirvió a Facundo para encontrar su vocación. Ingresó a la carrera de Cine y Televisión en la Universidad de Chile: “Desde que estudio Cine soy feliz. Me resultan entretenidas hasta las asignaturas obligatorias que a muchos les parecen aburridas. Tengo profesoras y profesores estupendos, que nos transmiten con pasión sus conocimientos”. Y agrega “Es el estudio ideal para mí: Ahora sé que podré hacer lo que siempre había soñado, acercar a otros a mi fascinación por la naturaleza, producir historias y narrarlas mediante películas”.

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